
Me gusta buscar la tranquilidad y la calma en espacios de tiempo que a veces se nos hacen pequeños, cortos...
Es como hacer un paréntesis, o un estado que permite relajar la mente, el cuerpo, el espíritu.
Meditar, relajarse, es de esas cosas que ayudan a conectar con tu ser interior.
Y con ello, no puede faltar ese incienso de distintos aromas, que con su humo sutil, va dejando la habitación, con una esencia especial, favoreciendo la relajación, y la calma mental.
Ese humo sutil, que nace en la esencia del fuego, y que toma un rumbo sin definir, como el Tao, o el Zen.... fluye, sin un rumbo fijo, sin que nadie sepa que forma tomará, ni lo que hará.
En el despertar del sueño diario, ese que nos adormece a todos, alejándonos de la esencia y la verdad, en ese despertar, la respiración se hace más calmada, más pausada y profunda.
El cuerpo se relaja, los músculos de todo el cuerpo, piernas, brazos, cabeza,
Y mientras tanto el incienso sigue fluyendo allá donde nadie le busca.
Ese estado de calma que es tan profundo, que parece desaparecer todo,
y llevarte a ese mar que algunos conocen, llamado PAZ.
La esencia del incienso se hace presente en toda la habitación, toda la casa, y forma parte de esta. Es un elemento más, aunque temporalmente.
Ella me acompaña en los estados de calma y tranquilidad, y de fondo, esa música especial que no hace sino formar un baile precioso, entre esta y el humo, entre el cuerpo y el espíritu.
Luz tenue, suave melodía, incienso y el yo, solos y presentes en precioso encuentro.