viernes, febrero 05, 2010

el último café
























Aquella tarde ambos, Pedro y Nuria, decidieron tomar un café, algo que solían hacer con frecuencia, para compartir su secreto en silencio.

El café estaba tranquilo, apenas algunas conversaciones y la música de aquella antigua gramola sonando con algún disco de Jazz que hacia de aquel momento, quizás el más ideal.

Les gustaba aquel ritual mágico, era un frenesí de excitación, pero solo con palabras, miradas y gestos. Solo en alguna ocasión se permitían saltar aquella barrera invisible y llegar al contacto físico, poco más allá de un beso en la mejilla o cojerse de la mano.

Pero aquel día sería diferente, y nunca supieron porqué.

Siempre habían pensado que su historia era real y que los demás, aquellos que miraban, estaban en una farsa, la gran mentira social, hipocresía de los que quieren pero no tienen, de los que desean pero no aman.

Y al final, por un momento se dieron cuenta que ellos de alguna manera, a pesar de ese juego que les gustaba, estaban formando parte de esa farsa.


Nuria, cogió su taza de aquel capuchino cremoso y tomó varios sorbos, dejando entre sus labios parte de la crema del café.

Ella se propuso acabar con aquella farsa, y lentamente, empezó a limpiar su labio superior con la punta de su lengua. Aquello desconcertó a Pedro, fue toda una declaración de intenciones, pero el aún estaba bloqueado o al menos parecía no querer dar ese paso que tanto deseaba pero que en lo más profundo de su mente, sus prejuicios, le recordaban lo malo que seria aquello.

Pero Nuria no se dio por vencida, y alli mismo, en el mismo café, empezó a desabrochar los botones de su blusa blanca, dejando ver en parte sus pechos.

Pedro estaba fuera de sí, contemplando aquel momento, entre fascinado e incrédulo por lo que estaba viendo, aún no podía creerlo.

Entonces, ella, le cogió su mano, separó el dedo índice del resto, lo mojó en aquel café cremoso, y posteriormente, se lo llevó ha su boca, en donde lo chupó y jugó con el durante unos segundos....

a Pedro le parecieron horas....



En ese momento, Nuria se acercó a el y le susurró al oído.

Ambos dejaron el dinero en la mesa y se marcharon en silencio, para terminar aquel café a solas, en una solitaria habitación, solo iluminada a través de la ventana por la luz de la Luna.

Se amaron, y recordaron aquel último café.



-- Photo by: Naken Bilderna

1 comentario:

anaís dijo...

Me ha gustado; ese tipo de juegos en un café son muy excitantes.