
A veces, uno se siente perdido, confuso, en este laberinto de emociones y sensaciones que en ocasiones, hacen que el camino a recorrer sea más difícil, complicado y hasta triste.
Es como si el paisaje a ambos lados de la senda se tornara gris, y la luz y brillo se apagase, para entrar en una espesa niebla, fría y tenebrosa.
En el laberinto de emociones y sensaciones, entre los pasillos que parecen llevarte a algún lugar extraño, quizás e imagino que como algo transitorio, pero que de alguna manera, te hace perder tiempo, vida, y a veces esperanzas.
Miro arriba, abajo, a los lados, y busco la salida, donde poder encontrar ese rayo de luz que me guíe, me aclare, me calme, entre todo ese barullo de emociones y sensaciones que a veces me desbordan, como si un enjambre de abejas zumbando en el interior de mi cabeza.
Nos perdemos muchas veces en estos laberintos que ciertamente, en muchos casos los creamos nosotros mismos.
Pero, que difícil es calmar tu mente, tu estado interior ¿verdad?.
No es fácil estar sereno cuando más lo necesitas, no es fácil ser consciente de las experiencias vividas y comprender su significado, su porqué o su razón.
No es nada fácil pasar esa línea y ser consciente de todo plenamente, y pasar inalterable ante acontecimientos difíciles.
El amor, es uno de esos elementos que como una moneda, juega a dos caras, y en ocasiones te muestra su lado positivo, maravilloso, y por otro, su lado más triste y duro.
Y en mitad del camino que quizás sepa sacarme de este laberinto emocional, quiero ver las cosas de manera distinta, con el miedo de que quizás esa transformación me haga parecer más frío o superficial, quizás con la excusa de usar esa coraza ante el miedo de volver a sufrir.
Que difícil elección.
Algo me dice en mi interior que en realidad todo debe seguir su camino y que no debo cerrar mi esperanza a otros rayos de luz, a otras estrellas. Quizás mañana sin querer mire al firmamento, y de repente observe una estrella fugaz especial.
Porque somos conscientes, intento serlo, que algunas personas a veces, a pesar de muchas afinidades, no están hechas para estar juntas, y simplemente pasan por nuestro lado para aprender de ellas, conocer cosas nuevas, descubrir, sentir y vivir.
No hace mucho escribí sobre la palabra Miedo.
Ciertamente el miedo bloquea, no te deja ser libre, y te ata de manera que no puedes volar.
Lo curioso de todo esto, es las veces que podemos caer en el mismo error aún siendo conscientes y sabiendo salir del problema.
Durante mis ausencias, he reflexionado, he meditado, intento ser consciente de muchas cosas, que me permitan salir de un laberinto sin sentido ni razón.
Quiero respirar aire, ver el Sol, abrir los brazos y volar.